Alquilando una mamá
Capítulo 235

Capítulo 235:

“Mantén la calma, que todo saldrá bien” aseguró Oswald, su hermano.

“Gracias. Te quiero” le respondió Cindy.

“Yo también”.

“Ustedes, mis dos hijos, son mi vida. Los amo” dijo Alden, su padre.

“Te amo, papá. Gracias por estar hoy a mi lado” expresó ella.

“Te amamos, papá” coincidió Oswald.

“No puedo sentirme más orgulloso y feliz. Vas a casarte, hija, y viene mi nieto en camino”.

“¡Cielos! Me están haciendo llorar” exclamó la joven.

“Disculpen” interrumpió Amanda.

“pero el novio está a punto de sufrir un infarto en el altar. Ja, ja, ja”.

“Amiga, se me ha corrido todo el maquillaje por culpa de estas hormonas”.

“Déjame arreglarlo, pero debes entrar pronto, pues Ken ya quería venir a buscarte”.

“¡No! ¡Está loco!” dijo Cindy.

“¡Ay! Este yerno mío, no puede esperar a encontrarse con su novia” exclamó Alden.

“Ya está, todo listo. No te preocupes” afirmó Amanda.

“Bueno, vamos, ¡Debo casarme!”

“Estás perfecta” agregó su amiga.

“¡Gracias! Quédate cerca, ¿Sí?” le pidió Cindy.

“Por supuesto”. Amanda le dio un beso y también uno a Lucy.

Luego, le avisó al personal que estaban listos y se fue a su lugar.

De pronto, las puertas se abrieron y comenzó a sonar una canción hermosa, y entonces entró Cindy junto a su padre y su hermano. La familia de Ken se sorprendió al ver lo linda que estaba la joven.

Ken sonrió al verla vestida de novia y pensó que se veía más preciosa que nunca. Era el día más feliz de su vida. Cindy también lo miró sonriente y pensó que estaba bellísimo; caminando lentamente y, mirándolo fijo, se dirigió al altar.

A medida que se iba acercando, los corazones de ambos latían con fuerza. Cuando llegó al altar, el novio saludó a Alden y a Oswald, besó a Cindy en la frente y, sonriendo, se arrodilló y le besó el vientre. La familia del muchacho nunca lo había visto tan enamorado. Luego, se dieron vuelta para mirar al cura, quien dio comienzo a la ceremonia.

“Buenas noches” saludó.

“Hoy estamos aquí para celebrar las mejores cosas de la vida: el amor, la confianza y la esperanza. Y hablando de amor, un verbo cuya acción nos trajo hoy hasta aquí, vamos a proceder con los votos”.

“Ser tu esposo es lo que siempre quise” afirmó Ken.

“Ser tuyo para siempre. Desde que llegaste, has cambiado mi mundo. Y este cambio no ha sido sutil: agregaste color, significado y felicidad a mi vida. ¡Las palabras no alcanzan para describir cuánto significas para mí! Sé que tal vez no sea el marido perfecto, pero sí puedo prometerte que te amaré y te seré fiel por el resto de mi vida.

Si bien esta boda oficializa nuestra unión, mi corazón supo desde el primer día que estaríamos juntos para siempre. Prometo cuidarte siempre, a ti, a nuestros hijos, nuestra casa y nuestro futuro. También prometo hacerte reír en los días malos, calmarte en los días de estrés, abrazarte cuando discutamos y cuidarte siempre.

Siempre estaré a tu lado, aunque no vaya a ser el marido perfecto, pues no lo soy y tú lo sabes. Pero sí prometo que trataré de ser mejor cada día; lo haré todo por ti, pues eres la mujer de mi vida. Eres única: nunca he visto una mujer tan fuerte, inteligente y hermosa como tú. Te amo”.

Conmovida por esas palabras, y también debido a las hormonas, Cindy no paraba de llorar. Él había hablado mirándola a los ojos, lo que había hecho que el momento fuera aún más mágico.

Luego, fue el turno de ella: “Se supone que el día de la boda es el más feliz de una pareja. ¡Y no es un cliché! Es realmente cierto. Cuando piense en los momentos que hemos vivido y que viviremos, creo que no encontraré uno tan especial como este, en el que vamos a decir sí en el altar.

¡Que el amor de este día esté siempre presente en nuestra relación! ¡Te amaré por siempre! Cada día estoy más segura de que la mejor decisión fue pasar el resto de mi vida a tu lado, pues, cuando pienso en lo que deseo para el futuro, tú estás allí, siempre primero.

Una vida no alcanza cuando pienso en todo lo que quiero vivir contigo. Eres la realización de un sueño, mi familia, ¡El amor de mi vida!

Prometo amarte, cuidarte a ti y a nuestros hijos, estar siempre para ti cuando llegues cansado a casa, ser tu sostén y tu hombro para llorar, hacer bromas y decir chistes malos para que sonrías. Prometo ser todo lo que necesites, porque eres el amor de mi vida. ¡Te amo!”

Ninguno de los dos podía parar de llorar, e incluso los invitados se emocionaron. Ken la abrazó, le secó las lágrimas y le besó la frente.

“Ken y Cindy, se nota que significan mucho el uno para el otro: amigos, compañeros, novios y prometidos” dijo el cura.

“Ahora, con las palabras que están a punto de intercambiar, pasarán a la siguiente etapa, pues con estos votos estarán diciendo al mundo este es mi marido y esta es mi mujer”.

Luego, se dirigió al joven.

“Ken, ¿Aceptas por esposa a Cindy?”

“Sí, acepto” respondió el muchacho.

“Cindy, ¿Aceptas por esposo a Ken?” preguntó el cura.

“Sí, acepto” contestó la chica.

“Por lo tanto, prepárense para dar y recibir los votos de amor, que se encuentran entre los mayores regalos de la vida”.

Enseguida comenzó a sonar una canción e Lucy, junto a otro niño, caminaron sonrientes hasta donde estaban los novios.

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