Alquilando una mamá
Capítulo 179

Capítulo 179:

Amanda se quedó con la madre en su habitación mirando cada detalle y recordando todo. El lugar estaba exactamente igual a como lo había dejado. Mientras las dos conversaban, Anthony estaba en la sala con Daniel.

“Sé que no tengo derecho, pero quiero proponerle algo” dijo.

“Puedes decírmelo” respondió Daniel.

“Quiero pedirle que me permita poner a alguien de confianza en la gestión de su empresa. Me imagino que ahora no tiene ni idea de quién soy para decirlo, pero esa persona puede manejar todo y enviarle los gráficos e informes de lo que está sucediendo”.

“Tienes vía libre. Sé que entiendes del tema, así que mi empresa estará en buenas manos contigo”.

“No estará en mis manos, sino en manos de su hija. Como era su idea que Amanda tomara su lugar, es ella quien debe mandar. Pondré gente de confianza a cargo, pero será ella quien resolverá todos los asuntos”.

“Gracias por ayudarnos, por ser bueno con mi hija y cuidarla, no tengo palabras para agradecerte”.

“Yo también soy padre, señor Daniel. Me imagino el dolor que habrá sentido todo este tiempo. Además, también soy empresario y conozco la lucha y las dificultades para poder construir todo este patrimonio”.

“No fue fácil, nadie me creyó cuando dije que iba a montar mi empresa, solo unas pocas personas. Cuando lo logré, vi cómo algunas me miraban con envidia, me intentaron sacar del mercado y mi empresa tuvo dificultades, pero la reconstruí y creció de nuevo. Todo lo que tengo es gracias a la empresa, a mi trabajo de todos estos años”.

“Bueno, a veces hasta la propia familia se mete en medio. No hablo de su hija, sino de terceros, ¿Entiende?”

“Si hay algo que entiendo, es eso”.

“Estamos de vuelta” anunció Amanda.

“Hola, amor” respondió Anthony.

“La casa está igual que cuando me fui” comentó ella.

“Nada ha cambiado, hija” dijo su padre.

“¿Ya llegaron nuestras cosas?”

“Sí, están en el coche”.

“Iré a ducharme para la cena. Muero de ganas de ver a mi abuela” anunció la chica.

“Entonces ve pronto porque ella es puntual” dijo Daniel.

“Voy a buscar nuestras cosas. Anthony fue al coche”.

Amanda estaba mirando el jardín y los alrededores de la casa. Saludó a todos los empleados que estaban ahí, a su antiguo chofer, que ya era un hombre mayor, y él se puso muy feliz de verla. El hombre siempre la consentía, cada vez que la llevaba tenía un caramelo escondido para dárselo.

Cuando Anthony volvió, subieron a las habitaciones, pero, como Daniel era un poco estricto, tuvieron que ocupar cuartos separados. Tenían las cosas en una sola maleta, así que él tomó su ropa y se fue a la otra habitación a ducharse.

Amanda fue al baño y se bañó con su champú de antes, que aún estaba allí, y sonrió como una tonta al ver cada pequeña cosa de ella. Terminó de ducharse y fue a vestirse, Anthony entró y la encontró secándose el cabello, entonces le sacó el secador para seguir mientras ella se maquillaba.

“¿Estás feliz?” le preguntó.

“Muchísimo. Muchas gracias, mi amor” dijo volteando hacia él.

“Nunca olvidaré todo lo que has hecho por mí”.

“Hay más”.

“¿Más?”

“Algo malo y algo bueno”.

“¿Qué?”

“Será mejor que lo sepas en otro momento, ¿No crees?”

“Me estás preocupando”.

“¿Qué quieres saber?”

“Lo malo”.

“En realidad, no es tan malo. Tendrás que organizar tu tiempo y tu mente para trabajar el doble, ocuparás el lugar que te corresponde en la empresa de tu padre”

“Pero, ¿Cómo? Ya no vivo aquí”.

“Lo sé. Pondré a un hombre de confianza para que resuelva todo y te pase la información. Trabajarás a distancia, pero vendremos mucho aquí, por supuesto, y lo podrás ver de cerca”.

“No quiero hacerlo”.

“Anda, yo te ayudaré”.

“Pero no entiendo nada de eso”.

“Yo te enseñaré y también podrás hacer cursos por Internet”.

“¿Y la buena noticia?”

“Después de nuestra luna de miel, inicias una pasantía en el hospital donde te atendieron. El médico que te trató cuando te ahogaste te quiere a su lado”.

“¡Cielos, Cielos! Eso no es bueno, ¡Es maravilloso!” dijo saltando de un lado a otro.

“Ja, ja. Me alegra que te haya gustado la noticia”.

“Es mucha felicidad por un solo día”.

“Quiero verte siempre así”.

“Te amo. Muchas gracias, mi amor, muchas gracias”.

“Te amo mucho, mi princesa”.

“Cielos, voy a ser enfermera, ¡Enfermera!”.

“La mejor de todas y la más hermosa”.

“¿Qué son esos gritos?” preguntó Daniel.

“Voy a ser enfermera, papá. Ahora soy enfermera y empresaria. Ja, ja, ja” explicó su hija.

“¡Qué bueno, ahora eres una mujer muy importante!”

“Estoy tan feliz, voy a hacer realidad mi sueño y también el tuyo”.

“Será lo más hermoso” afirmó el hombre.

“Estoy de acuerdo” dijo Anthony.

“Brilla, hija mía” agregó Teresa.

“Bajemos que ya llegó tu abuela” anunció Daniel.

“¡Qué bueno! Vamos, amor”.

Bajaron al salón, donde estaban todos hablando. Eran quince personas entre tíos, tías, primos, su abuela, los hijos de sus primos; todos dejaron de hablar y miraron a Amanda. Luego su abuela se levantó y se acercó a ella.

“Bienvenida, mi querida nieta, que hermosa estás” dijo Cristina.

“Abuela…” respondió y se abrazaron fuerte. Amanda estaba muy emocionada de verla. Cristina era viuda, madre de Daniel, y Amanda había sido muy unida a ella desde que era pequeña. Era la nieta consentida de la familia y, cuando la habían echado de la casa, su abuela había creído en ella, pero su padre no las había dejado acercarse y por eso era la primera vez que volvían a verse.

Amanda se escapó de los brazos de Cristina al escuchar a su prima.

“¿Ese no es Anthony Collins? ¿El gran Collins?” exclamó Lisa.

Todos lo miraron y la chica corrió hacia él, se tiró en sus brazos y empujó a Amanda en el proceso.

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