30 días para enamorarse
Capítulo 861

Capítulo 861:

Sin embargo, Stanford no le dio oportunidad de refutar y se marchó directamente.

Collin se quedó tieso, completamente confuso.

¿Estaba excluido?

Justo cuando estaba deprimido, Ernest se le acercó y le dio una palmadita en el hombro.

Le miró significativamente y le dijo: «A veces, si quieres cambiar tu situación, debes hacer algo”.

Después de decir eso, Ernest se marchó.

Collin se quedó quieto, pero su corazón estaba hecho un lío.

Era lo suficientemente inteligente como para comprender inmediatamente lo que Ernest quería decir.

Durante este período de tiempo, debido al trato especial de Roan, había ofendido a Stanford innumerables veces. Cada día, vivía como si caminara sobre un alambre.

Además, la situación empeoraba día a día. Temía morir si se rompía el alambre.

Ahora que Stanford no le permitía ir con ellos, porque no quería que se pusiera en contacto con Phoebe. Stanford estaba muy preocupado.

Pero Stanford no sabía lo que le preocupaba, y Collin se convirtió en la inocente carne de cañón.

«¿Hacer algo?»

Collin se quedó mirando la figura de Stanford que retrocedía. Un pensamiento peligroso acudió a su mente.

Florence y Phoebe esperaban en el bosque. El viento soplaba de vez en cuando, haciéndolas sentir frío.

Ella sólo podía frotarse los brazos para calentarse de vez en cuando, esperando que Ernest y los demás llegaran pronto.

Cuando el coche se detuvo, dos hombres altos se acercaron desde el bosque.

Al primer vistazo, Florence vio a Ernest caminando hacia ella.

Gritó de inmediato: «Ernest, estoy aquí”.

Mientras gritaba, Florence quiso correr hacia Ernest, pero éste frunció el ceño y la regañó: «Quédate quieta”.

Florence se detuvo a toda prisa y le miró confundida.

Ernest aceleró el paso y se dirigió hacia ellos. Sus brillantes zapatos de cuero pisaron la hierba y las ramas del suelo, produciendo el crujido Al oír la voz, a Florence le dio un vuelco el corazón. Se dio cuenta de que Ernest temía que se arañara con una rama al correr rápido.

Qué considerado era.

De pie junto a Florence, Phoebe no pudo evitar sentir un poco de envidia al mirar al hombre que caminaba rápidamente hacia ellas.

Florence debía de ser muy feliz estando con Ernest.

Con su amor sincero, por muchas penurias que pasara.

Pero ella…

Phoebe echó un vistazo al hombre que iba unos pasos por detrás de Ernest. Su postura elegante y sus pasos tranquilos eran como el príncipe inalcanzable que ella no podía alcanzar.

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